Texto Cortesía de Miguel Ángel Arrieta
Resueltas las nominaciones de las tres principales fuerzas contendientes a la presidencia de la República, en Guerrero el cronometro político comenzó el conteo para la selección de candidatos a senadores dentro de un escenario un tanto brumoso debido a que el PRI aún no define nombres, mientras que Por México al Frente y Morena todavía no complementan la integración de sus respectivas fórmulas al Senado.
Cada seis años los expertos en secretos de la política sucesoria presumen descubrir el hilo negro; columnistas y analistas adelantan listas de quienes serán nominados al senado, antes de que los partidos oficialicen esas candidaturas. Presumen, obviamente, contar con información privilegiada procedente de fuentes indudables.
El problema es que también se ha hecho costumbre trascender esas filtraciones cargadas con sesgos a favor de cierto personaje o grupo político. El actual proceso electoral no es la excepción, por lo que antes de intentar adivinar quienes integrarán las fórmulas al senado, el análisis debe centrarse en el contexto de los requerimientos para integrar una agenda nacional y la necesidad de revisar profundamente los expedientes de los candidateados, si de verdad se pretende sacar a México de la crisis actual.
En este contexto, si los imponderables no distorsionan las propuestas presentadas por PRD y Morena durante los últimos días, Beatriz Mojica Morga y Félix Salgado Macedonio, aparecen como los virtuales integrantes de una parte de las propuestas de ambas fuerzas al Senado.
Si se mantiene la mecánica aplicada por los partidos integrantes de Por México al Frente para definir su candidato a presidente de la República, consistente en elegir nominados de acuerdo al peso específico que mantiene regionalmente cada uno de los institutos, la fórmula del Frente para Guerrero será complementada con un personaje de Movimiento Ciudadano, es decir Luis Walton Aburto o bien quien designe este mismo dirigente.
En el caso de Morena apenas se conoce que Félix Salgado se registró como precandidato.
Fuera de este hecho todo permanece en la incertidumbre; en este partido la militancia ha venido de sorpresa en sorpresa. Primero concentrando el manejo de Morena en manos de personajes desconocedores de logística electoral: Pablo Amilcar Sandoval y Marcial Rodríguez Saldaña, que terminaron haciendo un cochinero y generaron división y conflictos, y al final de cuentas con la nominación de Salgado Macedonio, ex alcalde perredista de Acapulco en cuya administración se disparó la violencia y la delincuencia organizada operó con derecho de picaporte en el principal municipio de la entidad.
En medio de estos movimientos, los priistas permanecen apegados al mecanismo de la rígida disciplina institucional practicada durante décadas dentro de su partido.
Después de todo, están conscientes de que la selección de candidatos a senadores en el tricolor se define dentro de un triunvirato de poder compuesto por el presidente de la República, el candidato priista a la presidencia y los gobernadores de identidad tricolor.
De ahí que en Guerrero prevalezca la versión de que quien ocupará la nominación al senado será el Secretario de Finanzas del estado, Héctor Apreza Patrón, político identificado personalmente con José Antonio Meade Kuribreña, y considerado tal vez el colaborador de mayor confianza del Gobernador Héctor Astudillo Flores.
De hecho, si en realidad en política este tipo de nominaciones no se decide la víspera, la candidatura de Apreza Patrón respondería a un proyecto partidista construido desde hace tiempo para que un funcionario alejado de conflictos, conocedor del trabajo legislativo y a quien se acredita el reordenamiento de las finanzas públicas estatales, ocupe esta significativa nominación.
Las reglas de equidad establecidas en la reciente reforma estatutaria del PRI, determinan que la fórmula tricolor debe ser complementada por una mujer, pero hasta hoy esta designación se mantiene en la incertidumbre.
Sin embargo, antes de centralizar el interés de la contienda por la senaduría en un asunto de nombres, los partidos deben atraer el debate hacia el desafío de proponer perfiles políticos capaces de construir y entender una reorientación legislativa que permita hacer funcionales el sistema anti corrupción, la fiscalización presupuestal y los mecanismos que liquiden la impunidad vigente en el México moderno.
En el 2012 la integración del Senado resultó equilibrada al no alcanzar ningún partido la mayoría absoluta, pero al final de cuentas la distribución partidista en la Cámara alta no ha servido de mucho para incrementar el PIB y reducir los índices delincuenciales.
En el fondo, lo ideal sería seleccionar candidatos por sus resultados y no por su popularidad. México requiere trabajo, no políticos.