Por: Isaac Flores Pineda
CAPAMA, la eterna caja chica de las administraciones en turno ha sido saqueada sin pudor al ser usada como trampolín financiero de políticos en desgracia.
Los problemas financieros no aparecieron hoy como lo pretende hacer ver un grupo de legisladores, entre ellos el añorvista Samuel Reséndiz y el waltonista Ricardo Mejía, que más qué interés mostraron oportunismo, carroña política.
Por fortuna Luis Pasteur demostró que la generación espontánea no existe lo que parece no aprendieron en la secundaria estos diputados. Deberían leer más tratados de lógica, como El Órganon de Aristóteles, por ejemplo, para no seguir haciendo el ridículo.
Y para dar claridad al asunto damos un par de ejemplos:
A Samuel Reséndiz jamás se les vio protestar por la lastimosa situación financiera de CAPAMA en los tiempos de su mecenas Manuel Añorve. ¿Sería porque formaba parte de esa administración?
Tampoco vimos a Ricardo Mejía Berdeja pedir investigación del desfalco en la paramunicipal cuando su patrón Luis Waltón Aburto ocupaba la alcaldía.
Si realmente el interés por resolver los problemas de CAPAMA de estos políticos de marras es genuino deben pedir que se investiguen las administraciones de Añorve y Waltón, de lo contrario quedarán evidenciados como simples guiñoles de sus jefes políticos, quienes los premian con cargos y protección política a cambio de ser arietes al servicio cuando el momento lo requiera.
Hasta el momento lo que ha quedado claro es que los personajes en cuestión se mueven de acuerdo al temporal político y no a los intereses ciudadanos.
Lo qué pasa en CAPAMA es igual a un enfermo de cáncer que precisa de un tratamiento.
Sin duda no curará su mal en un día, requiere de un proceso que suele ser largo donde el paciente vive en una eterna agonía.
CAPAMA requiere ayuda para sanearla y hacerla financieramente viable, y no comentarios enfocados más al escarnio que a la propuesta de solución.
Cuando los buitres ya no vean más carroña, seguro buscarán otro cuerpo que les brinde reflectores.