Los “mejores candidatos” del PRI

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Cortesía de Miguel Ángel Arrieta

Si las derrotas sufridas por el PRI guerrerense durante el siglo actual son asimiladas como la mejor lección para recuperar en 2018 los espacios de poder perdidos, la primera tarea entonces para los dirigentes del tricolor es aterrizar estrictamente la recomendación del gobernador Héctor Astudillo para que seleccionen a los mejores candidatos.

En este escenario, el desafío para la dirigencia del PRI radica pues en el dilema de interpretar fielmente el mensaje de Héctor Astudillo o entrar en la ruta de asignación de candidaturas por conveniencia, lo que históricamente le ha provocado severos descalabros electorales.

Aunque el planteamiento astudillista fue expuesto públicamente durante la pasada sesión del Consejo Político del PRI en Guerrero, esta propuesta de buscar a los mejores aspirantes permea desde hace semanas los acercamientos y encuentros entre Héctor Astudillo y los grupos que participan en la toma de decisiones dentro de su partido.

En noviembre del 2014, una empresa encuestadora nacional colocó sobre el escritorio del entonces diputado local Héctor Astudillo, los resultados de una medición sobre la ubicación, nivel de preferencia, volumen de negativos y registro de crecimiento con su respectivo cálculo error-acierto, de cada uno de los aspirantes a la candidatura tricolor para gobernador y en la que Astudillo aparecía como el priista mejor posicionado, lo que representó la base de la que partió el ahora titular del Ejecutivo estatal para buscar verdaderamente la nominación.

Al final de cuentas Astudillo fue candidato y ganó la gubernatura, por lo que para los priistas el consejo de su líder natural en el estado, de buscar a los mejores nominados rumbo al 2018 guarda un significado que no se limita a un discurso partidista; se trata más bien de una estrategia de batalla encaminada a mantener el control político de la entidad en manos priistas durante la segunda mitad del sexenio astudillista.

Por lo pronto, el mismo gobernador también reconoció durante el Consejo político de su partido que la del 2018 “será una elección difícil”. Y para quienes se precian de leer entre líneas esta advertencia mantiene un doble significado:

1.- Su partido no se puede dar el lujo de arriesgar posiciones electorales, sobre todo diputaciones locales y ayuntamientos, ya que gran parte de su ruta de gobierno depende de mantener una intercomunicación de entendimiento con el Congreso de Guerrero y las alcaldías.

De hecho, si el PRI pierde la mayoría en la cámara local, el gobierno estatal encontrará continuos obstáculos y en consecuencia se limitará ampliamente el espacio de operatividad de la administración estatal.

2.- Quienes obtengan en las mediciones un elevado porcentaje de negativos reducirán sus posibilidades de convertirse en candidatos, así sean muy conocidos en las demarcaciones por las que competirán.

De nada sirve que gran parte de los encuestados afirmen conocer a Julieta Fernández si en la misma proporción aseguran que no votarán por la diputada federal debido a los frecuentes señalamientos de corrupción manifestados contra su esposo, Manuel Añorve, a su paso por la alcaldía acapulqueña.

La selección de José Antonio Meade Kuribreña como precandidato del PRI a la presidencia de México, es resultado de la visión adquirida por los priistas para entender que la premisa no es escoger al mejor, sino al que menos problemas y negativos mantenga en su historial.

Después de todo, en el PRI hay quienes ya detectaron que las complicaciones derivadas de una mala selección de candidatos  se agregan ahora al inédito contexto de un proceso electoral en el que además de las tradicionales fuerzas de oposición, -PRD, PAN y partiditos rémoras-, el PRI se enfrentará individualmente con el factor López Obrador, cuyo partido, Morena, aspira atraer buena parte del voto de la izquierda como ha ocurrido en cada una de las elecciones en las que aparece AMLO en la boleta electoral.

En el fondo, el problema por resolver en el PRI Guerrero después del mensaje del gobernador el pasado fin de semana, es que tipo de procedimiento aplicarán para encontrar a los “mejores candidatos”.

El PRI nacional ya marcó una ruta bien clara a seguir; sin arrogancia ni triunfalismo convirtió en su abanderado rumbo a la presidencia a alguien considerado figura externa de su partido.

Es decir; ya no es necesario portar credenciales priistas para competir a nombre del partido mayoritario. Para ello modificaron sus estatutos.