Por Baltasar Hernández Gómez.
No quisiera reírme, pero gana la risa. A un día de que la Presidenta Adela Román Ocampo presentara su tercer informe de resultados, que sólo fue un acto alegórico donde se externaron hechos ficticios y surrealistas como inversiones productivas, obras de infraestructura y servicios públicos, salieron a la tribuna una decena de funcionarios de primer nivel jerárquico, exaltando la incansable labor de la alcaldesa. Dijeron que Adela Román gobernó muy bien y que siempre estuvo comprometida a brindar beneficios a los acapulqueños a pesar de las contingencias padecidas.
Por el lado oficial la señora Adela (Román no Micha) confirmó que no pudo cumplir todo lo que pronosticó hace tres años, debido a que le faltaron recursos presupuestales. Por el lado de la sociedad la visión es de repudio a una administración que no logró siquiera mantener los niveles de satisfacción promedio en materia de agua potable, apoyo productivo, reparación de calles, drenaje, alumbrado público, seguridad, contacto con la gente, recolección de basura y remozamiento de áreas comunes e históricas……………A los ojos sociales lo que promulgó como avances sólo está en papel y en cintas de video.
Después de las salutaciones, Román Ocampo se apresuró a salir de la sala de Cabildo para no llegar tarde al festejo que le hicieron sus incondicionales en una residencia del fraccionamiento Brisamar y dejó la parafernalia del discurso a los servidores públicos que se sirvieron a manos llenas por a la pasividad y necesidad de cientos de miles de habitantes de las zonas rural y urbana del municipio. Ante cámaras y micrófonos los secretarios de despacho no se cansaron de felicitar a su jefa laboral porque hizo mucho con poco, en virtud de la reducción presupuestal ordenada por la federación y la poca recaudación local. Insistieron que hubo muy poco margen de maniobras para realizar todo lo que Acapulco necesitaba, pero que están satisfechos por haber contribuido al fortalecimiento municipal (¿?)
Replicando el desgarre de vestiduras tal y como lo hicieran los senadores romanos hace dos milenios, minimizaron críticas y se dedicaron a ensalzar el trabajo y la entrega de Adela Román. Sin embargo, este reconocimiento cayó en el vacío, pues las palabras resultaron patéticas por representar una farsa, ya que la administración local que no tuvo la capacidad para responder a los requerimientos sociales, económicos y políticos. Para los habitantes y visitantes Adela Román no sirvió para absolutamente nada.
El mensaje transmitido por los funcionarios derivó en una defensa de lo indefendible. Ante los cuestionamientos de los medios de comunicación sobre dónde estaban las obras, la inversión y los servicios, desviaban la conversación y se despedían de prisa. En los productos audiovisuales transmitidos como soporte del informe de resultados las imágenes no concordaban con el guión…….se decía de alumbrado público y aparecían turistas en la playa Condesa…………Se hablaba de inversión y había secuencias de niños corriendo en un parque.
El domingo fue un día de burla para la sociedad acapulqueña, toda vez que mientras la alcaldesa intentaba justificar su desgobierno, Acapulco sigue en crisis. El municipio que más aporta económicamente al estado de Guerrero es un campo de batalla donde los estragos del descuido son evidentes para propios y extraños. El municipio es un campo minado que por donde se pise explotan problemas y más problemas, debido a la desatención y falta de probidad de una gestión nefasta que dejó a casas y negocios sin servicio de agua potable desde hace meses. No hay recolección de basura y ésta se acumula en las esquinas de calles y avenidas. No existe obra pública que sea funcional.
La obra que iba a ser emblemática de la administración “romancista” (el paso elevado de las avenidas Constituyentes y Ejido) no fue inaugurada el 9 de septiembre pasado, tal y como anunció a algunos medios de comunicación el secretario de gobierno, Ernesto Manzano. El grado de desastre es tal que en las calles de la colonia Progreso están abandonadas unidades vehiculares de la policía y tránsito como si fuesen chatarra y las calles están llenas de baches y escurrimientos de aguas negras. Imagínense si esta colonia quedó relegada, que fue el asentamiento que hace casi seis décadas fue invadida y luego protegida por el padre de la actual Presidenta, cómo estarán las demás colonias, barrios y fraccionamientos.
Es una lástima, un dolor profundo que la impericia, imprudencia, arrogancia e ignorancia de Adela Román haya dejado a Acapulco en el caos. El tercer informe de resultados fue un soliloquio, una retahíla de buenos deseos. Mientras tanto, sigue transmitiendo mensajes de apoyo y solidaridad a los miles de acapulqueños damnificados por el terremoto de 7.1-7.4 grados Richter que aconteció el martes 7 de septiembre pasado, prometiendo lo que no va a cumplir, ya que literalmente ya está fuera de la presidencia que fue otorgada por el voto de miles de ciudadanos que, hablando en plata, no la vieron a ella, sino a la imagen de Andrés Manuel López Obrador.
Resulta vergonzoso oírla decir que cumplió y que solamente le faltó tener más recursos para cumplir al cien por ciento. Qué lástima -no me canso de repetirlo- haber pasado tres años con un gobierno sin ton ni son. Más allá que hoy se levantan más y más voces criticando la gestión “romancista”, que hoy existe una consciencia social que sale a las calles y se integra a asociaciones civiles, que aquí y ahora se exigen esclarecimientos sobre el modo en que se gobernó al municipio, Adela Román no se irá a disfrutar al Tribunal Superior de Justicia por haber recuperado sus funciones de magistrada, pues lo más seguro es que va a enfrentar diferentes juicios por las derivaciones de las auditorías que ya están preparándose para saber el estado de cosas administrativas, financieras y operativas de Acapulco.