Por: Baltasar Hernández Gómez
La palabra hablada, las imágenes y la escritura son elementos comunicacionales sensibles, ya que las palabras dan significado abstracto de la realidad y ponen al género humano en un sitio donde es capaz de entender y analizar hasta transformar sus percepciones sobre lo que aspira, desea y desarrolla. En la sociedad moderna el uso de lenguajes tecnificados tiene que ver con la especialización de las disciplinas científicas para expresar sus referentes metodológicos, teóricos y filosóficos, de acuerdo con un marco de conocimientos, que sintetice el entendimiento de categorías y fenómenos, intentando connotar la cosmovisión global y particular. Sin embargo, hay otros sectores, como el caso político, que encriptan el lenguaje con una alta dosis de sofisticación, para allegarse del control del pensamiento, interpretación y adjudicación de los quehaceres del Hombre, en un determinado espacio-tiempo de dominación.
Es muy común oír y leer una terminología especializada en los mensajes políticos y sociales (como sucede en los alegatos jurídicos, en los diagnósticos médicos, en las explicaciones de ramas de la física, astronomía, y en los discursos de la “clase política”) que se transmiten para describir la realidad, lo cual produce alejamiento, desconfianza y apatía para la creación de perdurables relaciones comunicativas y vinculatorias. En el ámbito político, el supuesto halo de impenetrabilidad que envuelve al lenguaje (en elecciones, en las funciones del Estado y sus instituciones, en la lucha por el poder entre partidos, candidatos, sindicatos, grupos empresariales, de presión, etc.) no es una cuestión que pretenda elevar los referentes conceptuales para comprender la ciencia política o las acciones del Estado y su aparato de gobierno, toda vez que es utilizado para manipular las consciencias o por lo menos para “no hacerse entender” y que la gente viva en la ignorancia e incomprensión para que todo siga como está.
Esto ha reducido los horizontes proactivos para que las personas participen, sean responsables y comprometidas. La estrategia de Poder se funda en situar a los sujetos sociales en objetos receptores de los intereses del Estado y su clase dominante. Los conceptos han perdido su valor real de abstracción-concreción, convirtiéndose en palabras disfrazadas con las cuales se afirman consignas y pretensiones “entrelíneas” con un manejo de doble sentido (moral). La “clase política”, verbigracia “familia politiquera mundial” usan un lenguaje hermético para ocultar sus metas personales y/o grupales.
El zon politikon institucionalizado fundamenta sus mensajes con textos barrocos, ya sea para enmascarar, decir que no se sabe algo, cambiar el sentido de “lo malo” por definiciones ambiguas o proferir ataques e insultos que privilegian la irracionalidad de las emociones (discriminatorias, sensitivas, fóbicas, entre otras).
Hoy en día la democracia está sustentada en la capacidad comunicacional y hay un claro retroceso para el desarrollo de mejores sociedades, ya que las formas discursivas del lenguaje político son constituidas por diálogos inaccesibles. Las crisis económicas son caracterizadas por “procesos de equilibrio” donde las clases más depauperadas tienen que sufrir el embate de la pobreza. La violencia es clasificada como “un mal necesario” de las fuerzas del orden público” contra todo lo que signifique adversidad para el status quo. El pan nuestro de cada día está elaborado por ingredientes que ponen en la cima la confusión, para inhibir la comprensión y toma de decisiones racionales de los sujetos sociales. Por lo mismo, resulta vital que se empiecen a habilitar mecanismos de comunicación con un lenguaje público directo, objetivo y libre de trazos churriguerescos.
Hay un universo político circunscripto a los políticos y éstos a su vez están inmersos en lo mediático, lo cual convierte al lenguaje en un muestrario de interpretaciones puramente descriptivas para percibir al mundo de la vida. Las palabras expelidas por los políticos están inundadas de falsas aspiraciones y utopías sociales, de prejuicios, paradigmas y visiones de la humanidad que sólo buscan intereses ligados al poder político y económico.
Las actuales sociedades son torres de Babel donde se hablan diferentes idiomas para que las mayorías no entiendan su entorno y, por el contrario, se sumerjan en el conformismo de dejar el estado de cosas imperante tal cual. La comunicación moderna está enfocada a ser transmitida por los mass media que no son -ni por asomo- reflejo de lo que pasa en lo social, sino más bien “recreaciones”, que le dan estilo al lenguaje para alcanzar hegemonía e inyectar los parámetros valorativos de cómo pensar, vestir, comer, convivir, amar y actuar. El Estado y los medios de comunicación hacen una dupla para sostener y acrecentar los niveles de dominación social, predisponiendo a las mayorías a un tipo de comportamiento adecuado a los modelos sociales, económicos y culturales. Con ello se produce y reproduce legitimidad, legalidad, ganancia material e individualismo.
Ante la cada vez mayor fragmentación de los agentes mediadores tradicionales como los partidos, sindicatos, líderes de comunidad, etc., El Estado ha construido un nuevo tipo de régimen: el mediático. Ya no se requiere de sistemas dictatoriales para dominar a millones de ciudadanos; no se necesitan invasiones con fusiles ni golpes de Estado, pues basta con ocupar los medios de comunicación electrónicos para hacer valer la dominación sin “disfunciones” que pongan en peligro al poder. Un régimen mediático que difunde lenguajes crípticos, imágenes y audiciones homogéneamente pervertidas no tiene necesidad de sancionar con penas corporales a los que están en su contra, en virtud que les aplica el exilio o el silencio (quien no se ve ni se oye no existe, parecieran decir los aduladores de los medios).
¿Cómo hacer que las personas desatiendan los discursos atiborrados de frases indescifrables? ¿Qué se debe hacer para develar que tras la comunicación audiovisual críptica se encuentran escondidas las intenciones del estado y la clase dominante, para que sea casi imposible entendernos? La tarea es ardua, pero no imposible. Debe darse una reeducación social desde la casa, la escuela, centros de reunión y trabajo para desenmascarar el proceso de legitimación política, como son la lealtad partidista, las elecciones internas y constitucionales, subrayando que no son las únicas vías para alcanzar mejores estadios de vida.
Hay que destacar que la actividad social horizontal en la familia, calle, colonia y ciudad es un camino válido y concreto para decidir los métodos y las formas de convivencia para el desarrollo sustentable. Se tiene que Desconocer al modelo de democracia procedimental, que establece actividad sólo en tiempos de elecciones y nada más, construyendo en paralelo mecanismos de acción colectiva bajo un esquema de cumplimiento comprometido, para así acceder al equilibrio social con armonía.