El pueblo manda

Imagínense un México donde pudiéramos revocar el mandato a Presidentes corruptos o incapaces de dar soluciones al pueblo de México.

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Dip. Gloria Citlali Calixto Jiménez

El pasado 10 de abril del 2022 vivimos un momento histórico para nuestra democracia. Por primera vez en la historia de nuestro país, el Presidente en turno se sometió a un proceso de consulta para la revocación de su mandato. Ya saben: ese instrumento participativo que permite a la ciudadanía decidir libremente sobre el futuro del país con base en el desempeño y los resultados del o la gobernante en turno. Y el pueblo habló: 91.86% de quienes participamos votamos a favor de que nuestro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, finalizara su mandato.

Personalmente acudí a mi casilla por la tarde para ejercer mi derecho a participar. Grata fue mi sorpresa al notar una urna visiblemente llena que evidenciaba una sociedad interesada en alzar la voz y tomar decisiones. Y es que la Revocación de Mandato es un ejercicio que transforma por completo nuestra forma de ver y hacer política. Estamos ante un cambio de paradigma donde ya no limitamos nuestra participación a la elección de representantes populares, sino que ahora tomamos decisiones frontales que incentivan la participación ciudadana y la rendición de cuentas de nuestras y nuestros representantes.

Imagínense un México donde pudiéramos revocar el mandato a Presidentes corruptos o incapaces de dar soluciones al pueblo de México. Imagínense haber tenido la posibilidad de revocarle el mandato a Enrique Peña Nieto o a Felipe Calderón tras los múltiples escándalos de corrupción que caracterizaron a sus sexenios. Hoy ya es una realidad. Hoy el pueblo manda.

Pero como toda transformación progresista en política, ésta no se puede dar sin sus respectivas resistencias institucionales. En ese sentido, la oposición se congratula, paradójicamente, de que no se hubiera alcanzado el 40% de participación ciudadana necesario para hacer vinculante el resultado. Y lo refiero como una cuestión paradójica porque era precisamente este el instrumento donde podían hacer valer su voz. La oposición buscó golpear un ejercicio democrático, buscó frenar nuestro cambio de paradigma, y pese a todas las resistencias y las trampas, la consulta sucedió.

Por ello invito a observar los resultados de la consulta desde una mirada distinta. Es cierto que no se logró la participación ciudadana mínima necesaria para hacer vinculante el resultado, pues sólo el 17.78% de la lista nominal nacional salió a las calles a votar. Sin embargo, es necesario considerar que esto ocurrió en medio de obstáculos como la enorme reducción del número de casillas y la inaccesibilidad en términos de movilidad que eso supuso para mucha gente. Y es que al INE se le olvidó que en México la mayoría de la población no cuenta con un automóvil particular para desplazarse o que más del 20% de la población vive en sector rural donde el desplazamiento a las cabeceras municipales es complicado por decir lo menos. Asimismo, el INE fue omiso en promover la consulta como era debido y la oposición se empeñó en generar campañas antidemocráticas penosas. No obstante todo esto, el ejercicio arrojó avances significativos.

Recordemos que en agosto del 2021 tuvimos una primera Consulta Popular para enjuiciar a ex Presidentes en la que la participación registrada fue del 7.11% de la lista nominal. Las limitaciones y condiciones fueron, en general, las mismas. Sin embargo, con una diferencia menor a un año, se logró un crecimiento importante: en la revocación votaron 9.8 millones de personas más que en la consulta popular del 2021.

Esto demuestra que en tan solo algunos meses, la cultura política mexicana muestra síntomas de transformación. En palabras de los politólogos Gabriel Almond y Sidney Verba, estamos transitando hacia una cultura política participativa. Por lo tanto, si seguimos realizando este tipo de ejercicios, la democracia participativa se volverá costumbre, y entonces habremos crecido como nación.

Y ahora, ¿qué sigue? El resultado es jurídicamente no vinculante, sin embargo, no olvidemos que el Presidente anunció que él respetaría el resultado independientemente del porcentaje de participación alcanzado. En este caso, el pueblo reitera su apoyo. Sin embargo, me parece que esto abre una discusión necesaria para analizar los umbrales en este y todos los ejercicios de participación ciudadana. La legislación debe contemplar la realidad mexicana y para ello considero sano que nos planteemos la posibilidad de modificar los umbrales en tanto alcanzamos el máximo nivel de cultura política participativa. De esta manera generamos incentivos a la participación y garantizamos que estos ejercicios democráticos tengan un efecto vinculante real.

Evidentemente tenemos un largo camino que recorrer, sin embargo, el panorama es claro: avanzamos sin titubear. El pueblo se organizó y sacó adelante una jornada electoral monumental que sienta un precedente histórico en la vida democrática de nuestro país. De eso se trata la Cuarta Transformación: de escuchar y construir desde el pueblo y con el pueblo. Estoy convencida de que juntas y juntos defendiendo nuestros derechos y nuestra democracia podremos construir un mundo más justo y más humano. Juntas y juntos llegaremos a elecciones con altos porcentajes de participación ciudadana que demostrarán que el poder recae sobre el pueblo. Juntas y juntos estamos transformando la política.

¡La democracia es para todas y todos!