*Sus manos agrietadas son consecuencia de las duras jornadas, por 200 pesos al día y platos de comida que mejoran a los de su región
Texto y Fotos: José Molina de la Cruz
Chilpancingo, Gro. 18 de Septiembre del 2016. – Jóvenes indígenas del municipio de Ayutla de los Libres, emigran cada año a la Sierra de Guerrero a trabajar en los sembradíos de amapola, ante la falta de empleo y la pobreza que existe en su región.
Pedro, Anselmo, Juan y Margaro de entre 19, 18 y 17 años de edad, son un ejemplo de los tantos jóvenes indígenas que tienen que abandonar su lugar de origen en la Montaña y Costa Chica cada año, en busca de un mayor ingreso económico para subsistir.
Se desprenden por temporadas de sus bienes y su familia para trabajar en los cultivos de siembra de Amapola, donde ganan más dinero que trabajando en su municipio.
El municipio de Ayutla de los Libres se encuentra en una zona indígena de la región de la Costa Chica de Guerrero, donde existen varios pueblos olvidados por las autoridades, hundidos en la miseria y el hambre.
“Allá en Ayutla nosotros no tenemos trabajo seguro, si acaso en la siembra de maíz trabajamos dos o tres días, pero no más; hay otros trabajitos pequeños, pero con lo que se gana, no nos alcanza ni siquiera para comer”, expresó un joven reflejando tristeza, recostado en el piso.
“Yo tengo 19 años, solo tengo papá y varios hermanos pequeños, un día al ver que mi familia no tenía que comer decidí abandonar mi hogar para buscar un trabajo; un amigo me dijo que acá en la sierra había trabajo seguro y pues le dije que me llevara, ahora regreso a mi casa cada vez que termina una temporada, pero llevo dinerito a mi casa para que coman mis hermanos, por lo que gana mi papá en la milpa no les alcanza”, dijo otro de los jóvenes.
“Los cuatro que estamos aquí somos primos, no hablamos bien el español, allá en mi pueblo hablamos tlapaneco, nos venimos a trabajar aquí porque el gobierno no nos apoya, allá no hay en que trabajar”, continuó.
Los cuatro jóvenes se levantan a las 5:00 de la mañana para bañarse y vestirse con ropas viejas, y, a las 6:00 una camioneta pasa por ellos para llevarlos a los plantíos de amapola.
Trabajan sin parar hasta la hora del almuerzo. Los dueños de los cultivos les llevan de almorzar y comer; el platillo, aunque es bastante humilde, para los jóvenes significa comer mejor que en su pueblo.
Si después del medio día no llueve, los jóvenes salen hasta después de las 5:00 de la tarde, se dirigen a un cuarto que les prestan las personas que los contrataron y descansan.
El pequeño cuarto de aproximadamente cuatro por cinco metros, construido con tablas y lámina de cartón con pequeñas grietas o huecos que los exponen a resentir el frío que cala en esa zona, se encuentra en un poblado del municipio Leonardo Bravo.
Los jóvenes solo ocupan el cuarto para pasar la noche. Para dormir, tienden pedazos de cartón y sus colchonetas. Con dos o tres cobijas se cubren para recibir un poco de calor, pero, hay un frío inmenso que azota en esa región.
A un costado del cuarto tienen una pequeña fogata donde preparan café por las noches.
“Aquí los patrones nos pagan 200 pesos diarios, es poco, pero salimos libres con ese dinerito, las comidas y el hospedaje no lo pagamos, ya con eso nos alcanza para llevar la comida a la casa, juntamos para comprarnos algunas prendas para vestir, también para nuestros hermanitos”, explicaron.
Los jóvenes con guaraches cruzados y camisas de manga larga, tienen las manos agrietadas y con cortes de navaja por las navajas que utilizan para rayar la goma de Amapola.
Así como estos jóvenes, en la Sierra de Guerrero hay muchos más que emigran desde los municipios de Chilapa de Álvarez, Tlapa y Zitlala para trabajar en los cultivos de la Amapola.