Estados Unidos. 17 de Junio del 2016. – Jürgen Klinsmann lo sabe. Su equipo desafió la adversidad de la Copa América con un juego profundo, arrebatador, generoso y a veces hasta pícaro, al más puro estilo sudamericano. Como sea, Estados Unidos está en semifinales y tiró por la borda cualquier duda de la relación del técnico con los jugadores.
Nadie puede dar por descontados a los estadunidenses, un equipo universal, que se nutre de lo que más le conviene, pero por encima de todo. Guarda un control emocional para jamás darse por perdido.
Echó a Ecuador, sublíder de la eliminatoria sudamericana, que vendió cara la derrota al poner el encuentro en el alambre hasta el último minuto y asediar sin descanso la portería de Brad Guzan.
Los hombres de Klinsmann salieron con la sangre caliente. Fueron mejores en el primer tiempo hasta anotar por medio de Clint Dempsey, en un cabezazo mortal en el área chica, un sitio imperdonable para este delantero.
Ecuador se llenó de ansiedad y tardó en entender el crucigrama norteamericano. Desesperados, sus mejores hombres fueron cayendo como soldaditos de plomo. Antonio Valencia, endeudado con sus compañeros por su pésima actuación, se fue expulsado por dar una patada, pero el silbante compensó en esa misma toma de decisiones al sacar del campo a Jermaine Jones.
Estados Unidos no se desperdigó, al contrario, unió sus líneas y en el contragolpe encontró el espacio para anotar el segundo, en realidad un gol de Dempsey que solamente empujó Gyasi Zardes.
Michael Arroyo reclamó protagonismo con el gol que los acercaba, pero le quedó poco tiempo a Ecuador, a pesar de que asfixiaron a su oponente y en más de una ocasión pudieron empatar el partido.
*Información tomada de Adrenalina