Dip. Citlali Calixto Jiménez
El pueblo de México ha decidido: la Dra. Claudia Sheinbaum es la mujer que dará continuidad al Proyecto de Nación de la Cuarta Transformación durante los próximos seis años.
Este proceso interno es de suma trascendencia, pues la revolución de conciencias se ha interiorizado y el pueblo continúa refrendando su respaldo al movimiento de regeneración nacional que se gestó en 2018. De ahí que podemos decir que la Cuarta Transformación le dará su primera Presidenta a nuestro país.
Tras un extenso, inédito e innovador ejercicio democrático donde participaron miles de mexicanas y mexicanos, la ciudadanía ha decidido apostarle a lo que representa la Dra. Claudia Sheinbaum como mujer, como militante, como profesionista y como persona.
Claudia Sheinbaum como mujer, es la mejor ejemplificación de cómo pasar de una representación simbólica a una representación sustantiva. Continuamente ha demostrado que las mujeres también estamos hechas para gobernar, para tomar decisiones y para sacar adelante un proyecto.
Claudia Sheinbaum como militante, es el mayor acto de congruencia que se podría haber gestado en este proceso. Al final de cuentas, su militancia antecede al partido y al movimiento. Claudia fue fundadora de este gran proyecto desde su nacimiento y ha demostrado una lealtad intachable a los ideales que dieron vida a este movimiento.
Claudia Sheinbaum como profesionista evidencia que la transformación se realiza con empatía, con amor, con experiencia, pero también con conocimiento. La destacada trayectoria académica que la arropa no es menor, sus aportaciones científicas llegaron al nivel de contribuir a la institución galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2007. Claudia actúa con conocimiento de causa.
Finalmente, Claudia Sheinbaum como persona ha demostrado que puede encarnar el humanismo mexicano que tanto divulga nuestro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, en cada uno de sus actos. La Dra. Sheinbaum ha demostrado que actúa de manera autónoma, sin las presiones patriarcales que abundan en la política, y con sello propio, encarnando con congruencia los ideales de nuestro movimiento.
Sin duda, su triunfo es un acontecimiento inédito que posibilita la ruptura del viejo paradigma de la política para transicionar hacia uno nuevo: con perspectiva de género y una clara orientación a la izquierda.
Sin embargo, como todo en política, hay momentos para cada cosa. Ha concluido ya el periodo de diálogo y de discernimiento entre posibilidades de liderazgos. Hoy ya no hay lugar a dudas: el movimiento caminará de la mano de la Dra. Claudia. No obstante, no puede hacerlo de forma aislada. Los compañeros que contendieron en este proceso democrático tienen muchísimo que aportar y es importante que tras el proceso, tras el disenso, venga la unidad. La unidad entendida como la máxima priorización del bien colectivo, que finalmente, es el rostro del origen de nuestro movimiento.
Así, no podemos prescindir de la elocuencia y la claridad del compañero Noroña, o de la tenacidad y visión del compañero Adan Augusto. No podemos pensar un proyecto de transformación sin el conocimiento del compañero Marcelo. Desde luego, tampoco podemos contemplar el proyecto sin la experiencia de Monreal o la capacidad de Velasco. Confiamos en que ellos aspiraron a liderar el movimiento para garantizar la continuidad del Proyecto de Nación, toda vez que algo muy valioso tenían -y tienen- para aportar. Por ello, obviarlos sería un despropósito.
Además, en las últimas semanas han mostrado la cara más humana de nuestro movimiento al recorrer el país y recoger los sentimientos del pueblo. Esta filosofía, esta apuesta colectiva, sólo puede hacernos más fuertes.
Por eso es importante cerrar filas y recordar lo que verdaderamente importa en este proceso: que la escucha y el sentir que se recabó en estas semanas se vea defendido en la continuidad del Proyecto de Nación. Y es importante hacerlo a la mayor brevedad toda vez que, parece ser, que por primera vez, la oposición está poniendo atención.
Tras cinco años de una ruptura innegable, la oposición ha cuidado ser más observadora del acontecer político mexicano. Por primera vez les cayó el veinte de la importancia de involucrar a mujeres de forma auténtica y competitiva en los procesos de decisión de los partidos. Por primera vez ven la importancia de tomar decisiones con base en el sentir ciudadano y no en el tradicional dedazo. O al menos… eso es lo que dicen ya haber aprendido.
Del proceso que seleccionó a Xóchitl Gálvez como coordinadora de este frente opositor, mucho se puede criticar. Desde la caricaturización de una candidata que pretende “lucir” del pueblo, hasta el bloqueo patriarcal del que fue víctima una aspirante a la que no se le permitió llegar a competir, vaya… ni a la consulta ciudadana se le permitió llegar.
Pese a todas esas prácticas, que dan cuenta de que realmente no han entendido el cambio de paradigma del que México está siendo parte, pues se rehúsan a salir de la cúpula política de años, la realidad es que hoy tenemos dos aspirantes mujeres a dirigir el rumbo de este país gracias no a la represión y el dedazo del viejo régimen, sino gracias a la revolución de conciencias que se gestó en 2018. Y eso, por sí mismo, es algo de celebrar.
No queda duda en que ambas mujeres representan proyectos totalmente distintos. Mientras Claudia acuerpa un movimiento de millones de mexicanas y mexicanos que le apostamos a la construcción de un bienestar colectivo y sensible ante las realidades de nuestro país, el proyecto que representa Xóchitl pretende renovar la imagen de partidos desgastados por la corrupción y el desencanto ciudadano.
Mientras en MORENA se impulsó la participación política de las mujeres desde sus cimientos, para erradicar un patriarcado que ha empobrecido y destruido a nuestra sociedad; la oposición decidió por primera vez apostarle a una mujer, aunque bajo las condiciones de hombres que históricamente han tomado las decisiones en este país.
Lo que se avecina es una contienda histórica, pero con dos proyecciones de país muy claras. No tengo duda en que la ciudadanía las tiene presentes y toca iniciar un proceso, al interior del partido, de reconciliación, de reagrupación y de fortalecimiento. Es importante estar más unidas y unidos que nunca.
Hoy tenemos coordinadora, pero también tenemos una base de simpatizantes y militantes que estamos dispuestas y dispuestos a defender el Proyecto de Nación y a caminar en unidad, hacia la construcción de un bienestar sólido que priorice las necesidades de quienes históricamente han sido vulneradas y vulnerados.
Hemos hecho historia, ¡tenemos coordinadora! Y estoy segura, que con unidad y organización, de la Cuarta Transformación surgirá nuestra primera Presidenta de la República.