Chilpancingo Gro; a 14 de marzo del 2019.- Apenas a 20 minutos de esta ciudad capital se ubica una gruta impresionante, una formación natural que bien podría ser otro detonante para ampliar la actividad turística en Guerrero, pero a partir de alternativas como el turismo cultural, histórico, ecológico, de aventura o de contemplación de la naturaleza, y alejar de plano el error de ofrecer atractivos sólo para la diversión frívola.
Entre las comunidades de Amojileca y Xocomanatlán, en un sitio de vegetación boscosa y formaciones rocosas que no le piden nada a escenarios de otras regiones del estado, del país y del extranjero, se ubica “La Cimaroa”, con vistas majestuosas que cambian de tonalidad según la estación del año por las coloraciones de la flora y del ecosistema ante la presencia o el retiro de las lluvias.
“Es una cuenca en las estribaciones de la Sierra Madre del Sur que debió ser lago o laguna y que al buscar su salida natural construyó un desfogue entre montañas y rocas gigantes y creó una caverna de acceso fácil, plano, sin muchos obstáculos”, explicó el maestro Elino Villanueva González, coordinador del Parque de Educación Ambiental “Granja Amojileca” y del Museo Guerrerense del Reciclaje (mugre).
Indicó que a diferencia de otros sitios naturales cuya difusión por el Gobierno y las empresas del ramo ha recibido reconocimiento internacional, como las grutas de Cacahuamilpa, en el norte del estado, o las de Juxtlahuaca, en el centro.
En el caso de “La Cimaroa” las condiciones son excepcionales, tanto para llegar al sitio como para introducirse en él porque el terreno es plano al ser el lecho seco de lo que fue un caudal fluvial.
Añadió que, así como “La Cimaroa”, en toda el área de Chilpancingo y del estado hay una gran cantidad de formaciones geológicas, incluso con elementos paleontológicos y arqueológicos, como las grutas de Huacalapa, y todavía más cerca de la ciudad, la del Borrego, y las dos cavernas de desfogue natural en las que nace el río Huacapa, que bien podrían ser recursos del turismo alternativo, del Ecoturismo.
Reconoció que la explotación con fines turísticos de “La Cimaroa” es un asunto complejo porque confluyen intereses de pequeños propietarios, ejidatarios y vecinos de las localidades, en este caso de Amojileca, también cuestiones culturales, pero ahí es donde deben entrar las autoridades con su labor de gestión y promoción para conciliar esas diferencias hacia el interés común, generar ingresos y bienestar y conservar la Naturaleza.
Relató el caso de la Granja Amojileca-Venadario, que sin reconocimiento oficial ni apoyo institucional regular para su operación lleva diez años funcionando, y en ocho años de abrir al público ha concitado la visita de más de 350 mil personas, además de incorporar desde este mes de marzo el Museo Guerrerense del Reciclaje (Mugre) al servicio de grupos familiares, escolares o de asociaciones.
“Sí se puede —insistió—, siempre y cuando las autoridades asuman su papel, y que en los consejos y organismos de Turismo y de Ecología y Medio Ambiente designen a personas que tengan una visión positiva y experiencia en el ramo, y no a grupos de amigos, de “cuatachos”, que sigan pensando en estrategias de promoción ya anquilosadas y que nada tienen que ver con el perfil de Chilpancingo”, dijo el también catedrático en la Universidad Autónoma de Guerrero.
Citó como ejemplo el caso de Costa Rica, donde una tercera parte de su territorio está bajo administración de parques naturales, con el respeto a la biodiversidad como estrategia fundamental de su economía, en este caso el turismo, y genera riqueza de forma alternativa, amigable con el Medio Ambiente, alejada de la tradicional explotación irracional y desordenada de los recursos.
“¿Por qué no pensar en Chilpancingo como ejemplo de impulso al ecoturismo en el estado y en el país?”, se preguntó, y mencionó los casos de los pueblos mágicos, en los que hay estrategias desde el Gobierno para, por ejemplo, ayudar a la gente a construir en sus casas habitaciones adicionales con materiales de la región para alojar a los visitantes. El reto está ahí, y sí se puede”, subrayó.
Invitó a la comunidad: asociaciones, instituciones, escuelas públicas y privadas y sobre todo familias, a los niños, a asistir y conocer la Granja Amojileca y el Museo Guerrerense del Reciclaje (mugre), ideados, instalados y operados con la cooperación de la comunidad de la Facultad de Comunicación y Mercadotecnia de la Universidad Autónoma de Guerrero, de la cual es profesor. (www.agenciairza.com)