Ciudad de México. 01 de Noviembre del 2016. – En México, la celebración de Día de Muertos es una tradición en la que se rinde homenaje a nuestros ancestros, familiares y amigos que han abandonado la vida terrenal. Es una celebración llena de misticismo y de simbología que en la mayoría de nuestros pueblos comienza el 28 de octubre y finaliza el 2 de Noviembre, y la cual, gracias al sincretismo entre las costumbres españolas y las indígenas, hoy está conectada con la festividad de Todos los Santos y Fieles Difuntos de la Iglesia Católica.
Pero además, coincide en sus fechas con el Halloween, una celebración pagana que tiene sus raíces en el festival celta Samhain y que al igual que el Día de Muertos, también se ha combinado con el catolicismo. A pesar de esto último, ambas festividades son muy diferentes y no deben confundirse, más aún, hay que entender que el Día de Muertos no es una adaptación al Halloween.
Para hacerlo, debemos conocer los orígenes de cada una de estas celebraciones, aprender de sus similitudes y saber apreciar sus diferencias. Puesto que por un lado, el Halloween parte de la idea de que la muerte debe ser temida, de allí que se usen disfraces como protección y linternas que se supone deben alejar a los malos espíritus.
En contraste, en las celebraciones del Día de Muertos, las almas de quienes han partido son recibidas en casa y en los cementerios con gran algarabía, con ofrendas, comida, bebida, luces y flores, entendiendo a la muerte como algo natural que representa el inicio del camino hacia el descanso espiritual.
Los orígenes del Halloween
El Halloween, celebrado cada año el 31 de octubre, es normalmente asociado con vestir disfraces y consumir dulces, sin embargo, las raíces de esta tradición recaen en los rituales de las cosechas finales del año, en otoño. Como hemos dicho anteriormente, debemos remontarnos al Samhain, el festival celta antiguo que resulta en uno de los cuatro festivales más importantes del año. El Samhain comienza en la víspera del 31 de octubre y marca el inicio del año nuevo celta, el primero de noviembre.
Para los celtas, es un periodo umbral en donde los límites estrictos entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos se vuelven más débiles. En la noche del Samhain, el velo entre los dos reinos se vuelve más transparente, lo que permite a los espíritus de los que han muerto volver para visitar la tierra de los vivos.
Después de la conquista romana ejercida sobre tierras celtas, el Samhain fue afectado por la expansión del cristianismo, y la Iglesia intento suplantarla bajo la celebración de Todos los Santos. Este festival fue llamado All-Hallowsy la noche previa conocida como All-hallows-eve, vocablo que por cierto, fue usado por primera vez en el siglo XVI y que para 1745 ya había evolucionado como Halloween.
Así, las tradiciones asociadas con la festividad contemporánea, que incluyen vestirse con disfraces, hacer desfiles, jugar bromas y trucos de miedo unos con otros, son legados de la fiesta celta del Samhain. En especifico, la costumbre de disfrazarse en Halloween proviene de la creencia celta de que los fantasmas de los difuntos junto con las hadas deambularían por los campos y caminos cercanos a sus casas durante esa noche, por lo que temerosos de encontrarse con estos seres de otro mundo en su camino hacia y desde las celebraciones, comenzaron a usar máscaras y trajes con el fin de engañar a los espíritus malignos en la creencia de que ellos también eran parte de su mundo.
Por otro lado, la tradición de dejar comida en los umbrales de las puertas en la noche de Halloween, se hace con la esperanza de evitar que los espíritus errantes y las hadas entren al interior de las casas. Este aplacamiento de espíritus es lo que hoy se ha convertido en la práctica del truco o trato.
El Día de Muertos, la alegría de recibir las almas de los difuntos
La festividad del Día de Muertos en México tiene su origen en nuestras culturas prehispánicas y hoy en día, sigue siendo la tradición más grande de México; es una celebración cuya solemnidad y religiosidad se ve enmarcada en un ambiente festivo. Para nuestros ancestros, el ser humano tenía una entidad anímica e inmortal que le da conciencia, y que después de la muerte continúa su camino en el mundo de los muertos hacia el Mictlán, en donde no existe el infierno ni el paraíso, pero en el que encontraría su eterno descanso y en el que se libraría de su alma y serían compensados con la presencia de Tonatiuh, el dios del Sol.
En el calendario mexica Xiuhpohualli, constituído por 18 meses, se observaban por lo menos seis festejos dedicados a los muertos, siendo el de mayor importancia la fiesta de los descarnados, mismo que era presidido por la diosa Mictecacíhuatl, señora de los muertos y reina del Mictlán, al lado de Mictlantecuhtli, el dios de las sombras y señor del lugar de los muertos.
Para nuestra cultura, durante las festividades del Día de los Muertos, las almas de nuestros difuntos regresan al mundo de los vivos para visitar a sus seres queridos. En nuestra celebración, hacemos una invitación a los muertos a regresar a casa, donde los recibiremos en familia, con gran alegría, con ofrendas que incluyen su comida y bebidas favoritas, con flores, veladoras, incienso y copal. Con fruta, con pan, con sal para purificar su alma y también con agua, la fuente de vida.
Todos y cada uno de estos elementos tienen su significado. Los niveles de los altares, que van de dos a siete niveles representan el camino que debe atravesar el alma para llegar a su morada final. El copal y el incienso, además de ser purificadores del alma, sirven como guía hacia la ofrenda; el arco del primer nivel representa la puerta que conecta al mundo de los muertos, el papel picado además de adornar representa la pureza y el duelo; el fuego de las velas alumbra el camino de las ánimas de regreso a su morada, el pan de muerto, las calaveras y los alfeñiques se burlan de la muerte, y el aroma de las flores guía el alma de los muertos.
A las ánimas se les recibe también con rezos, incorporados por el cristianismo a la llegada de los españoles en el siglo XVI; pero también se les recibe con música, se les visita en el cementerio, se convive con ellos.
Halloween y Día de Muertos, dos festividades con un origen y un significado diferente
Ahora que hemos abundado más en los orígenes y representaciones de estas dos importantes festividades, podemos claramente afirmar que el Día de Muertos en México no es una adaptación al Halloween, y aunque ambas comparten la idea de la cercanía entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos, no coinciden en la forma de ver la muerte, en la convivencia con los espíritus y tampoco en su simbología.
Es precisamente la belleza del simbolismo del Día de Muertos, la que hace de esta celebración una verdadera fiesta que debemos saber apreciar y en la que además está presente más que en ninguna otra festividad, la importancia del estar unidos con nuestros seres queridos, tanto los vivos, como los muertos, pues en familia formamos parte de una misma comunidad y compartimos el mismo destino: la muerte, un evento natural al que no debemos temer.
*Información tomada de Xataka México