En 1991 Julia Robert protagonizó un drama de suspenso en el que interpretó a Laura, una mujer que está casada con el que parece es el hombre de sus sueños, el guapo, seductor y experimentado asesor financiero Martin Burney, interpretado por Patrick Bergin.
Al principio todo es perfecto, viven frente al mar en una lujosa mansión, son exitosos y llevan una vida normal, hasta que aflora el verdadero Martin, un hombre compulsivo, controlador y peligrosamente violento.
Laura planea su fuga y finge ahogarse en un accidente en bote para escapar y huir a un pueblo apartado con una nueva identidad.
El controlador marido por casualidad se entera que su mujer vive y que está rehaciendo su vida por lo que la busca para hacerla pagar por su engaño.
Al final Martin es asesinado por la temerosa esposa quien continúa con su vida con un nuevo amor.
En Acapulco se vive una historia que encaja con el título de la película y coincide en más de un pasaje con la trama original.
El alcalde Evodio Velázquez es quien interpreta la versión costeña del drama hollywoodense.
Su historia comenzó en la campaña rumbo a la presidencia municipal en el verano del 2015.
Aliados en la izquierda, Rogelio Ortega, entonces gobernador interino, le presentó a Geovanny Manrique, su secretario particular, para que fuera el enlace y así cuidar las formas, para no hacer evidente la intromisión de un gobernante de transición en el proceso electoral.
El hombre, culto, intelectual, un IEPA Boy, adoctrinado personalmente por el propio Ortega Martínez, sedujo al joven político a tal grado que incluso desplazó quienes por años habían sido de su círculo más cercano.
Por eso cuando el gobernador pidió su cuota por el apoyo brindado Evodio Velázquez no dudo en nombrar a Manrique como su suplente en la Alcaldía e integrarlo en un puesto estratégico en su gabinete.
El primer año pasó y todo parecía un matrimonio perfecto.
En la administración municipal soplaban los vaivenes normales, transcurrían protestas, acusaciones, cada mañana había un nuevo golpe de estado contra el gobernante en turno, nada fuera de la ecuación.
La figura de Manrique se engrandecía en el Ayuntamiento a tal que era visto como el verdadero alcalde por ser quien resolvía realmente los temas del municipio.
Sus tentáculos se estaban expandiendo en todas las dependencias municipales y gozaba del control total hasta hace un par de días.
Pero para entender el freno abrupto del control municipal hay que volver a remontarse al ocaso de la efímera administración de Ortega Martínez. En abril de 2015 surgió un proyecto periodístico digital, Bajo Palabra, que llamó la atención no por su línea editorial sino por los jugosos convenios que el estado y municipio otorgaron pese a su recién aparición.
En el acta constitutiva elaborada por la Notaria Publica número 19 a cargo de Robespierre Robles Hurtado, actual presidente del Tribunal Superior de Justicia, aparece como dueños únicos de la empresa Jeremías Marquines Castillo y Reyna Aguirre Ceballos, esposa de Geovanny Manrique.
Cuando Evodio Velázquez rindió protesta como alcalde era el momento indicado para que Geovanny Manrique le confesara que su esposa Reyna Aguirre Ceballos era socia en la empresa “Bajo Palabra”.
No lo hizo quizás creyendo que estando él como Coordinador General de Asesores el jugoso convenio de 250 mil pesos mensuales estaba garantizado para el portal del que su esposa es parte dueña. La política es un negocio redondo, pudo haber pensado el IEPA Boy.
La hondonada ataques en contra de Velásquez Aguirre no tardaron en aparecer y se agudizaron después del 16 de enero de 2016 fue cesada como directora de Cultura de Acapulco, Citlali Guerrero, aún esposa del tabasqueño Jeremías Marquines, quien hoy es acusado de haber violado a su suegra.
El ataque más reciente fue el tristemente célebre yate gate con el que se quiso exhibir a Evodio como un alcalde de gustos frívolos mientras su ciudad se hunde en la violencia.
La mayoría de las notas donde se criticaban a la administración municipal eran temas que solo podían venir de fuentes cercanas, muy cercanas al alcalde, con acceso a sus giras, libros y más mínimos movimientos.
Con el acta constitutiva del portal “Bajo Palabra” en las manos ahora cobra sentido de dónde el medio digital tenía de primera mano los tips para lanzar los dardos dirigidos al inquilino del palacio municipal.
Lo mismo aplica con las desproporcionadas editoriales del director de ese portal. Con un informante así era difícil que el alcalde esquivara las esquirlas cuando estas llevaban la precisión de un francotirador.
¿Cuántas veces el alcalde habrá pedido consejos a quien sin saber era su verdugo?
¿En cuántas ocasiones se filtraron secretos municipales con un espía de lujo reportando para las líneas enemigas?
El alcalde dormía con enemigo, un enemigo que incluso sigue viviendo en casa, en el sótano del edificio del parque Papagayo.
El encantador y seductor intelectual adiestrado por Rogelio Ortega hoy ha mostrado su doble cara en el ajedrez de la política municipal.
Al alcalde ya le habrá quedado claro a qué amo realmente sirve Manrique y no es él precisamente.
Velázquez Aguirre no debe olvidar que, a Ortega, a quien en alguna ocasión se le vínculo con la guerrilla colombiana, hecho que nunca se esclareció, parece haberle gustado el tema de los suplentes y Manrique, alumno avanzado de Rogelio, es legalmente su sustituto.
Cuando Laura, interpretada por Julio Robert, se enteró que el enemigo dormía en su alcoba no dudo en sacarlo de su vida.
Evodio, por su parte, se está tardando mucho en seguir lo que sería el natural curso de la historia.